Los prejuicios son opiniones formadas en desconocimiento, nacen en la ignorancia. La mayoría de las veces desconocemos que somos portadores de miles de ellos, nos creemos conocedores y no nos cuestionamos nuestra educación o lo peor, nuestros “principios”, muchos prejuicios están justamente anclados en estos.
Los prejuicios sexuales se van creando desde nuestro entorno cultural y social, nuestra educación sexual no sólo sucede en casa o en la escuela, nos llenamos de mitos, miedos y prejuicios durante el avance de nuestras vidas porque simplemente nos dejamos llevar y no nos cuestionamos lo que vemos a nuestro alrededor.
La doble moral, los mensajes subliminales de los medios, la gente ignorante que nos rodea nos lleva poco a poco a llenarnos de juicios erróneos y mentiras.
México cuenta con pésima y casi nula educación sexual en la escuela, con medios sobresexualizados, con un machismo y una doble moral que predomina en casi todas las áreas de la vida cotidiana. Asíi que los prejuicios sexuales mas comunes en los y las mexicanas son:
La “virginidad” femenina: la virginidad es uno de los prejuicios sexuales más arraigados en los mexicanos; elevamos a las mujeres vírgenes a un nivel de santas, se convierten en las perfectas esposas, las que un día serán devotas madres de familia y a las cuales no se les ve como entes sexuales. Tanto es así que sólo se cree que se perdió la virginidad al haber penetración por la vagina, todos los demás juegos sexuales son vistos como “fajes”, y se considera como sexo el que un pene entre en una vagina, a pesar de que en la sexología se conoce como encuentro sexual a cualquier interacción en el que se busque el placer y/o la reproducción a través de las caricias, besos y el roce de los genitales. Así pues la virginidad es una idea muy subjetiva que se creó por ideas religiosas y culturales de una sociedad que no ve igualdad entre hombres y mujeres.
La pornografía como escuela: muchos mexicanos y mexicanas ven la pornografía como realidad. Sin cuestionarse si lo que ven es posible se creen cada uno de los clichés y lugares comunes de los que está llena la pornografía. El problema de este prejuicio es lógico: la realidad muchas veces está completamente alejada de lo que se ve ahí. Cuando se comienza una vida sexual empiezan a darse cuenta que casi nada de la realidad es como en la pornografía, esto causa mucho descontento y frustración. Muchas veces se quiere lograr un desempeño tan parecido a lo visto en este material que se crean disfunciones sexuales y muchas veces aunque se busquen las causas son difíciles de rastrear y de curar ya que no nos damos cuenta ni cuestionamos que lo que vemos es un mero acto de ficción.
La masturbación: de nuevo una doble moral y un lugar común. Es necesario para los hombres masturbarse y las mujeres no lo hacen, o no saben cómo, se suma a esto creer que la masturbación ayuda a mejorar el desempeño sexual en los hombres. Esto es un mito muy común y arraigado pero completamente falso ya que la masturbación excesiva puede causar eyaculación precoz porque se busca llegar al orgasmo fácil y rápido y se acostumbra al cuerpo a esa rapidez. Y no, tampoco causa crecimiento capilar en las manos.
La homosexualidad: se cree que los homosexuales son personas completamente diferentes a los “normales”, a “nosotros”; creemos que son enfermos, que se contagia, mucha gente se cree incluso tolerante y de mente abierta por “aguantar” que existan. Claro que todo esto es pura y llana ignorancia, no es cuestión de “tolerar” absolutamente nada, es cuestión de saber que la homosexualidad, heterosexualidad o bisexualidad es algo completamente natural y que nacemos siendo quienes somos, con quien compartamos una vida sexual y/o amorosa no nos cambia ni nos arranca nuestra humanidad. Es mucho mas “tolerante” aceptar nuestra ignorancia y buscar respuestas a nuestras dudas que seguir atacando o teniéndole miedo a otro ser humano sólo por quien comparte su cama y su vida.
La incapacidad para que un hombre se permita el experimentar placer con su zona anal: una de las maravillas de ser un humano es que contamos con múltiples zonas erógenas que nos permiten disfrutar placer a través de ellas. También podemos experimentar con nuestra sexualidad, podemos conocer nuestros cuerpos y permitirnos sentir cosas nuevas, podemos explorar rincones nuevos en pareja; el problema es cuando dejamos que nuestros prejuicios ganen sobre las nuevas posibilidades sexuales.
Es usual la creencia de que el que un hombre deje que su pareja explore su zona anal o que lo haga como parte de su ritual de masturbación puede convertirlo en homosexual. Este es un prejuicio mexicano muy arraigado; como el sexo homosexual a veces involucra la cavidad anal entonces se da por hecho que el ser explorado analmente es algo de gays, aunque sea hecho por una pareja mujer…Si se comprende que ser homosexual es la capacidad de relacionarse erótica y emocionalmente con una persona de su mismo sexo entonces se puede entender que el tocar o penetrar el ano no tiene nada que ver con la orientación sexual.
A mi pareja formal la respeto y no hablo de ella, de mi amante le presumo a todos: una actividad denigrante es el hablar peyorativamente de la persona con la que estamos involucrados sexualmente; pero es aún más problemático cuando se hace con consideraciones; a mi novia(o) lo respeto y por esto no hablo jamás de nuestra vida sexual. A mi pareja puramente sexual (no existe una vinculación emocional) la presumo, cuento detalles de su cuerpo y de nuestras experiencias sexuales, porque para eso está. La realidad es que el respeto no debe de provenir del tipo de actividad sexual y emocional que compartamos con nuestra pareja, el respeto debe surgir de la no objetivización de nuestro compañero sexual, un ser humano con el que compartimos nuestro tiempo y cuerpo merece el mismo respeto sintamos algo por esa persona o no.
Mientras mejor me vea, mejor será el sexo: desafortunadamente entre las mujeres mexicanas existe el prejuicio superficial de nuestra apariencia física, creemos que mientras mejor nos veamos, mientras menos celulitis, grasa, estrías, más le vamos a gustar a nuestra pareja; exteriorizamos nuestros complejos. El ser más flaca o con las pompas más firmes no van a lograr mejorar una relación sexual que está basada en nuestra inseguridad; lo que sí la mejoraría sería reforzar nuestra autoestima y trabajar en nuestra seguridad. Uno de los rasgos que los hombres consideran más sexys en las mujeres es que sean seguras de sí mismas; y si, esa mujer, la que cree en ella, seguro es la mas bonita del lugar.
La limpieza del pene después del sexo: en una sociedad donde el sexo es considerado como algo sucio y algo malo es sólo natural que un hombre al terminar de penetrar a su pareja y antes que cualquier otra cosa se dirija al baño más cercano a limpiar su pene para quedar “limpio”. La sexualidad es una parte esencial en la vida de todo ser humano, la higiene es necesaria pero no es una urgencia al terminar la relación sexual, este acto que conlleva tanta prisa es un reflejo de nuestra carencia de educación sexual, una proyección de nuestros miedos y culpas, de nuestra “moralidad” que etiqueta nuestra naturaleza sexual como algo sucio.
Mientras más grande el pene mayor el placer: este prejuicio lleva muchísimo tiempo y ha sido muy complicado de descartarse. Al vivir en una sociedad donde se vive al falo (pene) como un símbolo de poder y dinero, es claro que no pensemos que sin un pene grande se pueda vivir una relación sexual placentera. Cuando desgenitalizamos nuestra sexualidad y nos damos cuenta que el placer se puede dar y recibir con cualquier parte del cuerpo podemos disfrutar de manera más completa nuestra vida sexual. Con esto en mente el tamaño del pene o hasta la ausencia de este no marca una diferencia en una vida sexual sana y placentera.
El pene es el único causante de placer: Uno de los mayores prejuicios de una sociedad como esta es que el centro del placer sexual se encuentra en el pene y por consiguiente en la penetración; esto es falso ya que el placer sexual se puede y se vive de diferentes maneras, se siente a través de los besos, de las caricias, de las palabras. La imaginación y la creatividad son mucho más importantes cuando se busca vivir una sexualidad plena.
La eyaculación precoz: la primer verdad acerca de la ésta es que es definida subjetivamente, a menos que la eyaculación venga a los pocos segundos del comienzo de la erección, muchas veces se cree tener esta disfunción sólo porque creemos erróneamente que la erección dura poco y esto porque nuestra pareja tarda más en alcanzar el orgasmo. Esta condición debe ser diagnosticada por un profesional de la salud, llámese urólogo, sexólogo o psicólogo.
Un prejuicio que afecta mucho a los hombres y uno de los más comunes es el que dice que ellos viven pensando en sexo, que siempre están listos y que siempre quieren tener sexo; en unos segundos y a la vista del objeto del deseo están listos, con ganas y con energía para empezar un acto sexual. Esto es completamente falso, un hombre como cualquier ser humano tiene necesidades. Muchas veces la imagen que tenemos de su necesidad constante de sexo es algo creado por ellos mismos para sentir que encajan, que son suficientemente “hombres”, para relacionarse adecuadamente con sus amigos y en la sociedad.
Las mujeres no sienten placer sexual a menos que estén enamoradas: este prejuicio acusa a la mujer de no ser un ser humano con un cuerpo lleno de terminaciones nerviosas; sigue con la premisa de que no sienten a menos de que estén conectadas con su pareja. Esto sí es verdad en algunas mujeres mas no en todas, así como también hay hombres que requieren sentir algo por alguien para interesarse en vivir un encuentro sexual.
Es necesario ser bueno en la cama: creemos que mientras más movimientos, más caricias y más formas de besar sepamos, seremos mejores en los juegos sexuales. La realidad es que cada quien es responsable de sus propios orgasmos, debemos aprender a conocer nuestros cuerpos, aprender a conocer qué nos causa placer, a enseñar a nuestra pareja qué es lo que nos prende, qué es lo que nos apaga, qué es lo que nos hace gritar, gemir y sentir el mayor placer. Nada de esto es causado por un buen amante, esto es causado por el autoconocimiento, la capacidad de apertura y de comunicación. Si logramos conocer todo sobre nosotros y nos queremos lo suficiente encontraremos el mejor sexo de nuestras vidas.
Los bisexuales son gays que no quieren salir del clóset: el mayor problema con la sociedad es que no nos dejamos guiar por las evidencias, sino por lo que creemos, por lo que nos cuentan, por lo que opinamos o sentimos. Así, nos llenamos de prejuicios: yo creo, yo pienso, yo siento. Cuando se habla de una tercer orientación sexual no lo aceptamos, porque no lo creemos, no nos parece real, sin embargo las evidencias demuestran que la bisexualidad existe, y es la capacidad de relacionarse erótica y afectiva para relacionarnos con personas de nuestro mismo sexo y de nuestro sexo opuesto.
Los homosexuales siempre son afeminados y las lesbianas quieren parecer hombres: estos son clichés y lugares comunes de personas que creen que cualquiera que no sea de la orientación sexual aceptada en la sociedad (heterosexualidad) cabe en ciertos estereotipos que son más fáciles de rechazar, y se convierten en blancos perfectos. Si soy capaz de reconocer al “enemigo” (llámese a cualquiera diferente a mí que amenaza mi estilo de vida y me hace cuestionarme cosas que me dan terror) será más fácil protegerme. Muchos homosexuales se llegan a creer estos clichés, sienten que tienen que llenar roles, femenino y masculino y se ven envueltos en un juego de roles eterno donde cada día se pierden más. Muchas veces nuestro lado femenino o masculino es preponderante en nuestra personalidad, queremos vestirnos o sentirnos como los estereotipos de un sexo específico y dado que en nuestra sociedad no nos permitimos explorar o manejar rasgos ajenos a nuestro sexo, entonces es cuando lo vemos como algo “malo”.
La apertura mental empieza cuestionándonos todos los días, todo lo que nos sucede. Debemos aprender que lo que vemos no es siempre lo que hay, que el respeto y la paz suceden cuando dejamos de estereotipar, de juzgar y de bloquearnos, cuando algo que no conocemos nos mata de miedo. El conocimiento está muy cerca de nosotros, es cuestión de querer aprender, de llenarnos de evidencias, de preguntar si no sabemos, de atrevernos a vivir una vida sexual informada, placentera y feliz.
Fuente: Sirius Fem
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