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lunes, 15 de octubre de 2012

Concurso de calaveritas literarias


Con el propósito de conservar y enriquecer las tradiciones de México fuera de su territorio, así como dar difusión a este género de referencia del ideario popular mexicano y además de celebrar el 6º aniversario de la tienda 100% México, Hecho a mano, entre los amigos y clientes de España.


BASES

• Podrá participar el público en general que resida en España.
• Los trabajos deberán tener una extensión máxima de 1 cuartilla o página, y tendrán que identificarse con nombre y dirección de correo electrónico.
• El tema de cada Calaverita debe hacer referencia sólo a personajes mexicanos en vida, o como homenaje a personas ya fallecidas.

• La fecha límite para la recepción de los trabajos es el 29 de octubre de 2012 y deberán enviarse electrónicamente a: info@100porcienmexico.es
• El jurado estará conformado por reconocidas personalidades del ámbito de la cultura literaria, quienes seleccionarán de manera anónima, las mejores calaveritas. La decisión del jurado será inapelable.
• Los mejores trabajos se mencionarán en la ceremonia de premiación que se llevará a cabo el viernes 2 de noviembre de 2012, en el Restaurante Miroma ubicado en C/ Castelló 24, 28014 Madrid, a partir de las 12:00 horas.
• Las calaveritas ganadoras serán publicadas en el sitio web de la tienda 100% México, Hecho a Mano www.100porcienmexico.es en la sección de Presencia y Eventos especiales.

PREMIOS

Los mejores trabajos podrán recibir desde canastas con productos mexicanos, hasta vales de consumo en los mejores restaurantes mexicanos de Madrid.

¿QUÉ ES UNA CALAVERITA LITERARIA?

Las calaveritas literarias son coplas en verso, generalmente cuartetas, sin demasiado rigor literario y de extensión libre que nacieron del ingenio de los mexicanos para burlarse de la muerte mediante alusiones como "la pelona", "la flaca", "la huesuda", etc., siendo su principal exponente Guadalupe Posadas a principios del XX.

Estos versos burlones y pícaros generalmente tienen como protagonistas a amigos, personajes o acontecimientos públicos, artistas, cantantes, escritores, políticos y hasta deportistas.

En ellos frecuentemente se alude de modo satírico a alguna característica famosa del personaje al que van dirigidos, exagerando sus virtudes o defectos, y son escritos a modo de epitafios, considerando muerto al vivo o recordando con humor al fallecido, describiendo de manera jocosa en momento en que la muerte se aparecerá: Ejemplo: 

Estaba la Catrina tirana
sentadita riéndose sin parar
que vestidos o con pijama
al panteón a todos va a mandar.

También les informamos, que durante la semana previa a la premiación podrá comprar el tradicional pan de muerto, papel picado y las calaveritas de azúcar y chocolate para festejar estos días de muertos muy a lo 100% México, Hecho a Mano.

Saludos de sus amigos de:

100% MEXICO, HECHO A MANO
C/ Castello 22, 28001, Madrid
Tel. 915-753-509




Fuente: Cien por Cien México

“Calaveritas”, una hermosa y casi desaparecida tradición


Te presentamos la historia de esta ingeniosa expresión que, a pesar del tiempo, se resiste a morir. Escribe tu “calavera” y “no dejes que la muerte venga y con ello, éstas perezcan”.


“Calaveritas”, una hermosa y casi desaparecida tradición / México Desconocido
Cuando hablamos de la vida, la muerte tiene lugar. No son el temor ni la tristeza las compañeras de la “calaca” en esta ocasión. Son la escritura en verso y los grabados que dan vida a imágenes muy mexicanas, divertidas y jocosas, transformadas en una opción de desahogo cuando se vive un malestar.

Una de las tradiciones mexicanas en peligro de extinción son las “calaveras”, antiguamente llamadas “panteones”.

Las calaveras o panteones son como un epitafio-epigrama lacónico, dice el zamorano Eduardo del Río “Rius”, y están escritas en forma de verso dedicado a los amigos y a los otros, sólo en Día de Muertos. Una de sus características es que constituye una oportunidad para expresar lo que se piensa acerca del otro o de los otros, de espacios, funciones o cosas, de un régimen del pasado y del presente. No es fácil decir lo que uno piensa de los demás, por eso las calaveras constituyen una forma de literatura valiente.

Quienes escriben calaveras o panteones son personas que ven a la muerte con un sentido del humor, combinado con ingenio que le imprimen a sus escritos. Gustan desarrollar su imaginación para decir lo que piensan, aceptando el reto de comunicarse en verso, octavas o décimas de todos los sabores y gustos.

Esta forma de escritura se desarrolló desde el siglo XIX. Al cobrar fuerza en el siglo pasado, las calaveras comenzaron a ser censuradas por los gobiernos en turno, debido a que una gran cantidad sirvió como crítica a los funcionarios, pues en ellas se manifestaba la inconformidad que imperaba entre los gobernados. La policía llegó a confiscar o a destruir muchas de éstas, por eso no es fácil encontrarlas en las hemerotecas. A pesar de la censura, en el Día de Muertos se ejercía, y ahora muy poco, esta forma de escribir, con el consentimiento de las autoridades.

Hay quienes hicieron periodismo atrevido con las calaveras dedicadas a magistrados, maestros, poetas, militares, artistas y otros personajes, mismas que publicaban en hojas sueltas, en periódicos, revistas, y se vendían al público el 2 de noviembre. Entre estas publicaciones se encuentra La patria ilustrada, semanario del siglo XIX, que registra algunas de las calaveras más antiguas.

También hay quienes se manifestaron con gran fuerza en el arte sobre el tema de la muerte. El más reconocido por sus grabados e ilustraciones de calaveras fue José Guadalupe Posada. Sus calacas de Francisco Villa, de Zapata, sus famosas catrinas, Don Quijote de La Mancha y calaveras ciclistas, entre otras, dieron la vuelta al mundo.

Después de ese gran movimiento de masas e ideas que fue la Revolución Mexicana, arreció el control de escritos sobre la vida política y, como consecuencia, las calaveras abundaron para personajes famosos como Diego Rivera, Tata Nacho, Rodolfo Gaona, Joaquín Pardavé, Guty Cárdenas y otros.

A Diego Rivera: Este pintor eminente cultivador del feísmo se murió instantáneamente cuando se pintó a sí mismo.

A Guty Cárdenas: Este joven trovador se nos volvió vanidoso y de purito hablador yace olvidado en el foso.

A inicios de la década de 1940, el Taller de Gráfica Popular (donde colaboraban grabadores como Zalce, O’Higgins, Anguiano, Yampolski y otros) impulsó, entre otras actividades, las calaveras. En ellas podemos medir el descontento social, escolar o laboral. Por ejemplo, ésta que refleja el ingenio mexicano sobre salud, hecha en 1942, sacada de la extinta revista Los agachados:

Listas van y listas vienen,y las medicinas tienen precios exorbitantes. Cualquier dolor de barriga cuesta un dolor de cabeza y total nadie se alivia.La muerte que no es tan tonta ya puso su botiquita que es una preciosidad... Por supuesto con licencia de los de salubridad.

Con el surgimiento de su periódico El apretado, en 1950, Renato Leduc impulsó las calaveras sobre políticos, política y otros personajes de la vida pública, que aún circulan en el ambiente.

En la actualidad, las calaveras anónimas languidecen aunque las veamos aparecer en hojas, pasando de mano en mano en las calles, acompañando a las multitudes. Cada vez que se festeja el Día de Muertos, su producción es menor y escasos sus escritores.

viernes, 3 de agosto de 2012

CAPITULO 32: LA COCINA DE LAS FIESTAS (DÍA DE MUERTOS)


Se dice que el primero de noviembre se recuerda a los muertos chiquitos -es decir a los muertos de los niños- y que el día dos es a los muertos mayores.
La costumbre de poner ofrendas a los difuntos existe en México entre la gente del pueblo desde antes de la conquista, ya que nuestras culturas prehispánicas -como la maya, los olmecas, los mexicas, los teotihuacanos y otras más- rendían culto a sus muertos.

Podemos mencionar que los mixtecos y zapotecos acostumbraban a que cuando alguien de su familia fallecía, lo enterraban dentro de su casa para que su esencia y espíritu siguiera entre ellos y no los abandonaran.

En cada casa se selecciona el lugar donde irá la ofrenda, pequeña o grande según sea el caso y la devoción que se tenga a los difuntos.

Ya seleccionado el lugar se tiene designado un mantel -que casi siempre es el que se usa en forma exclusiva para esa ocasión, y que la mayoría de las veces es bordado a mano- en el que se ponen hojas de papel picado alusivas a dicho evento.

En ocasiones se realizan cadenas de papel para colgarlas en los techos de donde va estar el altar.

Como paso siguiente se colocan los platillos que más agradaron a nuestros difuntos en vida, así como fruta y dulces para los que fueron niños -además de arroz con leche y juguetitos para que se entretengan-. A los adultos, aparte de ponerles su guiso preferido podemos también ponerles la bebida que acostumbraban en vida (en algunas familias hasta sus cigarros les ponen).

Otra cosa muy importante es que hacemos un pan de muerto especial para ellos y que se pone en el altar, pero podemos hacer más y comerlo nosotros.

Se adornan las mesas con flores de zempazuchil -de hermoso color amarillo y muy aromaticas-, se ponen velas y veladoras y como un incensario donde se quema copal (era el incienso que utilizaban nuestros antepasados) o incienso moderno.

Se colocan calaveras de azúcar (esas son las tradicionales) que están adornadas y que pueden llevar el nombre de nuestros difuntos o de nosotros mismos, para recordarnos que para aquel lugar vamos todos. Actualmente también se ponen calaveras de chocolate o de sésamo, así como esqueletos y tumbas de azúcar.
Mucha gente -además de poner sus altares el día primero o el dos de noviembre- se traslada a los panteones donde tienen enterrados a sus muertos y les llevan allá también comida, les lavan las criptas y se las arreglan con flores y después les colocan los alimentos preparados para ellos y muchas personas comen ahí compartiendo la sal y el vino con sus muertos. Algunos les llevan la música que les gustaba o acostumbran llevarles mariachis.

En cada región de la república mexicana es diferente el modo como se recuerda a los difuntos, pero hay lugares como Pazcuaro (estado de Michoacán) que se han vuelto ya una tradición tal que nacionales y extranjeros se dirigen a este lugar para observar como las chinanpas - embarcaciones de los pescadores- se llenan de flores y comida y con un respeto solemne se dedican cantos tarascos o purepechas a los muertos y se dirigen sus habitantes en la noche a la isla de Janitzio o van a los panteones cercanos, configurando un ritual impresionante.

El pan de muerto se hace en cada lugar de diferente forma pero en el Distrito Federal se hace redondo, se le ponen alrededor cuatro canillas y lagrimas de la misma masa y se le espolvorea de azúcar blanca o pintada de rosa, y algunas personas le ponen miel.

Este pan se come ese día en todos los hogares de México, no importa cual sea su clase social.
Con anticipación a estas fechas se ven los aparadores de las panaderías o tiendas dedicadas hacer pan llenas de estos panes en todos los tamaños.


Receta tradicional de Pan de Muerto

Se deshacen tres o cuatro cucharadas de levadura en ocho cucharadas de agua tibia, se le agrega 150 gr de harina ya cernida, se forma una pasta y se trata de formar una bola que se pone cerca del calor de la estufa hasta que doble su volumen.

Mientras tanto, se ciernen 450 gr de harina con un cuarto de cucharada de sal y 250 gs de azúcar, se le mezclan 8 huevos, dos cucharadas de agua de azahar, tres cucharadas de cocimiento de anís, raspadura de una naranja, y 115 gr de manteca o mantequilla.

Se amasa todo muy bien y cuando esté suave se le agrega la levadura ya fermentada que teníamos junto al fuego.

Se amasa nuevamente y se golpea, se unta de manteca o mantequilla y se coloca en una cacerola.

Se tapa con un lienzo y se pone en un lugar tibio durante seis horas o 12 a temperatura natural (según si hace mucho calor o frío) hasta que doble su volumen.

Se vuelve a amasar ligeramente y se forman bolitas del tamaño que se quieran los panes.
En ocasiones las figuras que formamos con la masa -como los huesos o las lágrimas- las cocemos aparte y después se pegan al pan con barniz, pero en algunos lugares forman todo de una vez: ponen una bola grande de esta harina y ahí se le van colocando las figuras de huesos y lagrimas y se mete al horno a trescientos cincuenta grados durante una hora o cuando con la punta de un cuchillo chequeamos si ya está cocida la masa.

La sacamos del horno ya frío, con una brocha los untamos del barniz que viene siendo harina con agua (150 gr y agua para deshacer esa masa), se pone al fuego, se mueve constantemente, y cuando tiene punto de crema espesa se retira, y después cuando se enfría se le pone a los panes.

Después de ponerles el barniz ya citado a los panes se los baña con azúcar granulada y a los cinco minutos otra vez hasta que veamos que ya no se absorbe.

Se acompaña con un atolito blanco o de sabor sea el gusto o un chocolatito de metate bien calientito en jarritos de barro.