Cuatro meses antes de tocar tierra, una tormenta arrojó una señal a los náufragos mexicanos. Mientras se batían contra las marejadas y los vientos del océano Pacífico, y se pegaban a un lado para nivelar la lancha, el Apocalipsis se desprendió de la Biblia del tiburonero Salvador Ordóñez, la tempestad se lo llevó.
El suceso fue interpretado como una buena señal. Poco más de cinco meses después se miraban esqueléticos subiendo al atunero Koo´s 102. Comenzaron a comer y a hincharse de los pies, y creyeron entonces que lo que experimentaban era algo así como una etapa de recuperación que comenzaba en la parte inferior de sus cuerpos hasta recuperar la totalidad de la masa muscular.
Anécdotas del naufragio que desde ayer bajaron a tierra, en boca de tres tiburoneros, los protagonistas de la que ha sido historia mexicana más larga a la deriva en el mar.
Al único que no se le hincharon mucho los pies fue al oaxaqueño Salvador. Dice que debió haber sido porque fue él quien se tomaba la sangre de los animales que se comió. Les cortaba el pescuezo y escurría su vida. "De lo que fuera, me la tomaba como si fuera refresco o yogur. Primero me dolía el estómago, pero al siguiente día me sentía mejor y me la pasaba pescando bajo el sol".
Historias de naufragio de estos hombres, Lucio Rendón Becerra, Jesús Vidaña y Salvador Ordóñez, que ahora viven un escenario hasta cierto punto subreal. Detrás de las luces y reflectores de las televisoras, detrás de celulares para salir al aire en las radiodifusoras de diferentes países. Les tramitan pasaporte y visa para moverse en territorio estadounidense y se preguntan si los documentos se les quedarán o no.
Lucio y Salvador pasaron su cumpleaños dentro del mar. Lucio contó que ese 6 de mayo sólo se comió un pescado. Ese día extrañó con ganas a su mamá. "Ya sabe cómo son las madres que siempre le hacen algo a uno, un pozolito o un mole. El 12 de enero, Salvador, en cambio, sí lo festejó. De la pura cola atrapó a un cazón pequeño y lo compartió con sus compañeros de embarcación. "Miren, lo que me mandó Dios", dijo este hombre sencillo que transmite su serenidad.
Jesús decía que fue cosa del destino que el próximo 23 de septiembre festejará sus 28 años en tierra firme y con su familia. Ayer, los despertaron a la una de la mañana para grabar una entrevista en televisión. Los tres vestían las sandalias que un representante de gobierno mexicano les compró. Cada uno se hospeda en una habitación del hotel más grande de Majuro, la capital de Marshall.
Donde manda capitán...
Mientras comían, contaron cómo el proverbio se cumplió y provocó el naufragio de más de 8 mil kilómetros. "Donde manda capitán no gobierna marinero", por la necedad del difunto Juan David, de no dejar perder el equipo para pescar tiburones. Salvador le advirtió que se quedarían sin gasolina, pero la respuesta fue: "Aquí yo soy el que mando".
"Cómo no te hice caso", le decía a cada rato, durante la travesía en alta mar. Creían que el siguiente en la lista de la muerte sería Lucio, el de Nayarit. Sangraba por las orejas y ya no quería comer. "Se estaba como secando", recuerda Salvador. Pensaba entonces que iban a estar otros tres días de luto, leyendo y rezando por él, como lo habían hecho por Juan David y el Parcero. Por qué tres días fue la duda: "Porque no los queríamos tirar, sentíamos feo, eran nuestros compañeros. Se iban hinchando, pero nos teníamos que aguantar, ni modo que nos tiráramos al mar y le dejáramos la lancha al muerto".
Jesús soñó que llegaba a una isla con muchos navíos antiguos. "Éramos sólo tres y llegamos tres". Durante su travesía por el mar, Lucio soñó un lugar con una laguna donde había gente que no les entendía. Cuatro días antes de ser rescatados, Salvador soñó que un barco blanco y con mástiles grandes los rescataba. Ése era elKoo´s 102, el atunero taiwanés que acabó con su naufragio.
Los tiburoneros hoy entraran a territorio estadounidense, y después a casa. Salvador, el de la Biblia, no pudo ocultar el ánimo y antes de subir a un avión, apareció con los tenis nuevos aún con la etiqueta. El recorrido subreal continuará con las grandes cadenas de televisión.
Historias sobre el mar de tres tiburoneros a los que ni siquiera la tripulación que los salvó les creía. Cuando les enseñaron el mapa para que dijeran de dónde venían, y Salvador, Jesús y Lucio señalaban México, les movían la cabeza, para decir que no. Los taiwaneses les insistían para que señalaran alguna isla de la región. "A güevo querían que dijéramos que éramos de acá", dijo Jesús.
Son las historias de tres náufragos que el próximo viernes llegarán a México.
Por cielo, no por mar.
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