Cientos de inmigrantes indocumentados en EU comienzan a reaccionar y se organizan en sindicatos que les garantizan salario mínimo, pago por enfermedad y vacaciones.
Los patrones en Estados Unidos los prefieren porque son más fáciles de explotar, porque saben poco inglés e ignoran sus derechos, porque les urge un trabajo, bajo las condiciones que sea, y porque si se quejan los despiden sin explicaciones o compensaciones.
“Tenía miedo la gente, por supuesto, porque nunca se sabe lo que va a pasar. Pero no hay que tener miedo. Los patrones tienen que respetar nuestros derechos”, dijo Jesús Nájera, empleado del supermercado Master Food, en Flatbush, en el condado de Brooklyn.
Originario de Honduras, Nájera declaró que se siente contento luego de casi un año de estar sindicalizado, igual que otros 30 compañeros de Master Food, y que le gustaría que todos los demás inmigrantes sin documentos en Estados Unidos se sintieran como él.
El sindicato de Master Food fue creado bajo la supervisión de Comunidades de Nueva York para el Cambio (NYCC, por sus siglas en inglés) que, lo mismo que otros organismos civiles, asesora a inmigrantes indocumentados para que protejan los beneficios a los que tienen derecho por ley.
Independientemente de la condición migratoria, prácticamente todos los trabajadores en Estados Unidos tienen derecho a gozar de las prestaciones mínimas legales, y de un salario que en Nueva York no puede ser menor de 7.25 dólares la hora y de 10.88 en caso de tiempo extra.
No obstante, no hay autoridades que se encarguen de vigilar que estas leyes se cumplan, de acuerdo con Lucas Sánchez, uno de los organizadores de NYCC, en entrevista. Organismos como NYCC operan también en las ciudades de Chicago y Los Angeles.
“Hemos visto que en la mayoría de los supermercados de la ciudad trabaja gente de México, de Centroamérica, que no tiene documentos. Trabajan 72 y hasta 96 horas a la semana por salarios muy por debajo de la ley, a veces hasta de 4.25 dólares la hora”, explicó.
NYCC se ha enfocado en sindicalizar a trabajadores de supermercados y de centros de lavado de autos, dos de los giros de negocios señalados como proclives a violar los derechos de los trabajadores en la ciudad. Hasta el momento, han logrado contratos para unos 300 trabajadores.
“Lo negativo del asunto es que la sindicalización de trabajadores indocumentados aún es muy esporádica, simplemente por la realidad del inmigrante en Estados Unidos, concentrado en pagar la renta, la comida y mandar plata a casa. Además, tienen miedo a la deportación”, indicó Sánchez.
Cuando se forma un sindicato, sin embargo, los costos para el patrón son mínimos y, al mediano plazo, recuperan incluso su inversión.
Sánchez aseguró que los contratos que firman los indocumentados contienen apenas lo indispensable: salario mínimo, vacaciones, días de enfermedad, aumentos anuales y seguridad en el trabajo.
“Nada ganamos nosotros si luego de haber luchado tanto por lograr un contrato, al cabo de unos meses o unos años el negocio se vaya a la bancarrota. Queremos beneficios pero también que el patrón pueda continuar”, manifestó.
De acuerdo con César Vidal, otro de los empleados de Master Food, desde que se cubren las condiciones mínimas de ley los trabajadores trabajan mejor y están más motivados. Buscan incluso quedarse a laborar las horas extra.
“Para los patrones fue pesado al principio, pero ya se acostumbraron. Ahora todo está tranquilo, aunque al principio tuvieron su reacción. Al final de cuentas, ganamos todos”, enfatizó Vidal, originario de México.
Fuente: México Migrante
No hay comentarios:
Publicar un comentario