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jueves, 27 de septiembre de 2012

Ejército Trigarante


EL DÍA MÁS FELIZ DE MÉXICO... QUE HEMOS OLVIDADO www.facebook.com/elobservadordelaactualidad Hoy nos recuerda el "Almanaque la historia de México" de Jaime Septién... Un día como hoy el 27 de septiembre de 1821 entró en México el Ejército Trigarante, encabezado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, que incorporaba a la mayor fuerza armada que jamás hubiera desfilado en la capital. 
En efecto, los diversos contingentes del Ejercito Trigarante, que desfilaron hasta el Zó
calo de la Ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821, formaban una columna de 16.300 hombres.
Abría la marcha Iturbide con la primera sección de caballería y su escolta al mando del general Epitacio Sánchez, con total de 300 hombres. La seguía la segunda sección con los Dragones de México, Caballería de Echávarri y Dragones de Santander; la tercera sección de los Fieles de Potosí, Dragones del Rey y Sierra Gorda; la cuarta sección con San Carlos y Provinciales de México a los que le seguían los Dragones de Valladolid, Moscada, Regimiento de Toluca, Caballería del Padre Izquierdo…
La emoción fue grande. Tras del paso de la Garita de Belén tomaron lo que se conocía entonces como Paseo Nuevo o Paseo de Bucareli. Dieron vuelta a la derecha rumbo a la Alameda, por las calles que entonces se llamaban calle del Calvario y calle de Chorpus Christi. 
Tras de un recibimiento previo en el cruce de las antiguas calles de Santa Isabel con San Francisco, continuaron por San Francisco y Plateros hasta desembocar en la Plaza Mayor. Penetrando entre la Catedral y el mercado del Parían llegaron hasta la plazoleta oval, que tenía la estatua de Carlos IV, y cruzaron después frente al Palacio Virreinal, ante la algarabía y los gritos de júbilo de la multitud que los esperaba.
Habían pasado tres siglos de coloniaje. La alegría popular era más razonable.

Foto: EL DÍA MÁS FELIZ DE MÉXICO... QUE HEMOS OLVIDADO www.facebook.com/elobservadordelaactualidad Hoy nos recuerda el "Almanaque la historia de México" de Jaime Septién... Un día como hoy el 27 de septiembre de 1821 entró en México el Ejército Trigarante, encabezado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, que incorporaba a la mayor fuerza  armada que jamás hubiera desfilado en la capital. 
En efecto, los diversos contingentes del Ejercito Trigarante, que desfilaron hasta el Zócalo de la Ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821, formaban una columna de 16.300 hombres.
Abría la marcha Iturbide con la primera sección de caballería y su escolta al mando del general Epitacio Sánchez, con total de 300 hombres. La seguía la segunda sección con los Dragones de México, Caballería de Echávarri y Dragones de Santander; la tercera sección de los Fieles de Potosí, Dragones del Rey y Sierra Gorda; la cuarta sección con San Carlos y Provinciales de México a los que le seguían los Dragones de Valladolid, Moscada, Regimiento de Toluca, Caballería del Padre Izquierdo…
La emoción fue grande. Tras del paso de la Garita de Belén tomaron lo que se conocía entonces como Paseo Nuevo o Paseo de  Bucareli. Dieron vuelta a la derecha rumbo a la Alameda, por  las calles que entonces se llamaban calle del Calvario y calle de Chorpus Christi. 
Tras de un recibimiento previo en el cruce de las antiguas calles de Santa Isabel  con San Francisco, continuaron por San Francisco  y Plateros hasta desembocar en la Plaza Mayor. Penetrando entre la Catedral y  el  mercado del Parían llegaron hasta la plazoleta oval, que tenía la estatua de Carlos IV, y cruzaron después frente al Palacio Virreinal, ante la algarabía y los gritos de júbilo de la multitud que los esperaba.
Habían pasado tres siglos de coloniaje. La alegría popular era más razonable.

EFEMÉRIDES 27 DE SEPTIEMBRE

1783 Nace en Valladolid (hoy Morelia) Agustín de Iturbide, consumador de la Independencia y emperador de México.
1821 Entra triunfante en la ciudad de México el Ejército Trigarante. Consumación de la Independencia de México.
1862 Nace en Guadalajara, Jalisco, el ingeniero Miguel Ángel de Quevedo.
1900 Nace el Lic. Miguel Alemán Valdés, quien fuera presidente de México de 1946 a 1952.
1960 El presidente de México Adolfo López Mateos nacionaliza la industria eléctrica.

sábado, 1 de septiembre de 2012

El mes de la patria


Septiembre es para México el mes de la patria. Este mes conmemoramos el inicio y la consumación de la guerra de independencia que tuvieron lugar en 1810 y 1821, respectivamente. También conmemoramos a los niños héroes que dieron su vida por México el 13 de septiembre de 1847.

Es la independencia de México y también nuestro firme compromiso para defenderla. En Laredo reconocemos y recordamos cada año la Independencia de México con una gran celebración.  El 15 de septiembre hacemos memoria de Don Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón, Doña Josefa Ortiz de Domínguez, Agustín de Iturbide, Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria y tantos más que dedicaron su vida entera para hacer de nuestro país una gran nación independiente. Sin embargo, pocas veces nos referimos a los niños héroes.

Fue durante la guerra entre México y Estados Unidos y tal vez porque ahora somos dos países amigos nos duele tanto esa revisión histórica que nos recuerda que alguna vez estuvimos en guerra. Sin embargo hay lecciones que resultan de esa experiencia y que nunca debemos olvidar. En especial lo que es tener desde muy temprana edad un patriotismo profundo y un compromiso sin límites con la patria.

En septiembre de 1847, cuando el ejército de Estados Unidos llegó a la Ciudad de México se libró una batalla que concluyó con la toma del Castillo de Chapultepec. El mismo Castillo que ya había sido la residencia del Emperador Maximiliano y de algunos gobernantes de México era, en esa fecha un colegio militar. Los cadetes se vieron entonces involucrados directamente en la batalla. La información que se tiene, aunque algunos historiadores la han cuestionado, es que al final de una batalla en la que las fuerzas mexicanas fueron fácilmente vencidas por la alta superioridad numérica y de armamento del ejército estadounidense, quedaron seis jóvenes, niños realmente, defendiendo el Castillo.  Ellos eran Agustín Melgar, Vicente Suárez, Francisco Montes de Oca, Juan de la Barrera, Juan Escutia y Francisco Márquez, cuyas edades eran entre trece y ventiún años.

Los niños héroes no se rindieron, lucharon contra todo un ejército hasta perder la vida. Para evitar que el enemigo se apoderara de la bandera de México, Juan Escutia de 17 años se subió a la torre del Castillo, se envolvió en la bandera y se lanzó desde la torre al precipicio. Su valentía no sólo es ahora motivo de nuestra admiración, sino en ese momento obtuvo el respeto de los oficiales y soldados de Estados Unidos. Vidas que apenas empezaban se vieron abruptamente concluidas en defensa de la patria.

La lección de patriotismo es muy clara y por ello cada año se recuerda a los niños héroes en todos los rincones del país el 13 de septiembre. En especial, en la Ciudad de México en un gigantesco monumento al pie del Castillo de Chapultepec, muy cerca de donde cayó Juan Escutia, se honra y conmemora ese heroísmo en reconocimiento eterno de quienes hemos heredado ese legado y compromiso patriótico. Presidentes de Estados Unidos han depositado ofrendas florales en ese monumento, manifestando también su respeto a ese patriotismo. En mayo de 1997 el Presiente Clinton hizo precisamente eso, rindiendo homenaje a la valentía de los niños héroes mexicanos.

¿Puede usted, estimado lector, imaginarse a un joven de 17 años de nuestra época entregando su vida por la patria de la manera tan dramática que lo hizo Juan Escutia? ¿Se imagina entonces a un niño de 13 años dispuesto a confrontar sólo a todo un ejército, sabiendo que va a morir en el intento? La imagen que evocan en nuestra mente estos hechos es la que nos lleva a recordarlos y admirarlos. Sobre todo, nos lleva a comprender la profundidad de su compromiso con el país, de su patriotismo.

En el mes de la patria hay que recordar y honrar a los niños héroes. Si consideramos los eventos del 13 de septiembre de 1847 y los de la larga guerra de independencia que duró de 1810 hasta 1821, entonces tenemos que recordar a los miles de mexicanos que con la misma valentía dieron su vida para que México sea un país independiente y soberano. Sin duda, esta reflexión nos invita a los mexicanos a recordar quienes lucharon a lo largo de la historia para defender nuestra independencia durante la invasión francesa que duró de 1862 a 1867. Es cierto que a ellos los recordamos de manera muy especial el 5 de mayo, pero en septiembre también honramos a todos quien en distintos momentos de la historia lucharon contra diversos esfuerzos de intervención extranjera en México. Esas intervenciones fueron atentados contra la independencia y el hecho de que los mexicanos los confrontamos con valentía es lo que nos permite ahora seguir siendo país libre. ¿Sabía usted, por cierto, que en la Ciudad de México existe un Museo de las Intervenciones en el que se puede aprender mucho de la historia de estos actos de heroísmo?

Septiembre es el mes de la patria porque durante todo el mes celebramos nuestra soberanía, nuestras libertades, nuestra historia, nuestra autodeterminación. La fortaleza interna de los héroes que lucharon por todo eso corre en la sangre de los mexicanos, sin importar donde viven, si están en México o en otro país. 93% de la población de Laredo tiene esa misma herencia mexicana. La mayoría son ahora muy orgullosamente ciudadanos de Estados Unidos y tiene mucha razón en serlo. Tiene además el orgullo de contribuir al espíritu de su país con esa naturaleza del mexicano de luchar siempre por defender sus libertades. Por ello, el mes de la patria es recordado también con orgullo en Laredo.

En Laredo celebramos ese orgullo de identidad, al mismo tiempo que nos unimos a la celebración que anualmente tiene lugar en Nuevo Laredo. El 15 de septiembre las dos ciudades se hacen una sola en una gran fiesta que nos recuerda nuestra raíz común y nuestra hermandad que no sólo es por ser vecinos, sino por nuestra sangre mexicana. Celebramos que a lo largo de los años nuestros antepasados nos han enseñado el significado el término “Los Laredos”, ultimadamente resultado de una misma historia, profundamente vinculada con la historia de México y con la de Estados Unidos. Celebramos también que los héroes de la Independencia de México y los Niños Héroes de Chapultepec son ejemplo de todos nosotros.

Así, al celebrar nuestra historia común, nos comprometemos también a un presente y un futuro común; a un desarrollo conjunto. En la historia encontramos los elementos de fuerza que nos convencen de que unidos los habitantes de estas dos ciudades tienen mayor capacidad de construir un mejor futuro para sus hijos, que también son herederos del legado común que recordamos esos treinta días que en México se denomina Mes de la Patria.

Daniel Hernández Joseph
Cónsul de México

lunes, 20 de agosto de 2012

Joaquín García Icazbalceta


Fue el décimo y último hijo del matrimonio que formaron Eusebio García Monasterio y Ana Ramona Icazbalceta y Musitu. Tras declararse la Independencia de México, en 1827, 1829 y 1833 se expidieron diversas leyes que decretaban la expulsión de los españoles radicados en México, razón por la que en 1829, la familia García Icazbalceta tuvo que emigrar a Cádiz.


Cuando en 1836 España reconoce la independencia de México, Joaquín García Icazbalceta regresó al país y conoció a Lucas Alamán. Posteriormente se dedicó con afán al estudio de las lenguas indígenas y la historia de México.
En 1854, contrajo matrimonio con doña Filomena Pimentel y Heras. Además de su labor de historiador y bibliógrafo, administró la hacienda deSanta Clara de Montefalco, de su propiedad, en el estado de Morelos, que fue quemada durante la revolución mexicana.
En 1875, fue miembro fundador de la Academia Mexicana de la Lengua, tomó posesión de la silla III el 25 de septiembre de 1875. Fue secretario de la institución de 1875 a 1883 y director desde 1883 hasta su muerte, la cual ocurrió el 26 de noviembre de 1894.2
Su primer trabajo importante fue la traducción de la Historia de la conquista del Perú, escrita por William H. Prescott, a la que adicionó con notas y varios capítulos, publicándola hacia 1849 y 1850. Entre 1852-1856 también colaboró con Manuel Orozco y Berra escribiendo diversos artículos que se publicarían en el Diccionario Universal de Historia y Geografía.
En 1850, inauguró su propia imprenta, misma que le servirá de herramienta para editar sus propios trabajos, que siempre se caracterizaron por su erudición y gran rigor metodológico.
García Icazbalceta escribió una biografía de Juan de Zumárraga, el primer arzobispo de México, derivando en una crítica al arzobispo y a las órdenes mendicantes que convirtieron a los nativos. En este trabajo, Icazbalceta contradecía las acusaciones de “ignorante y fanático” que liberales y protestantes lanzaban contra el arzobispo, al retratar a los franciscanos y al mismo arzobispo como salvadores de los indios quienes padecían la brutalidad de la autoridad civil. También destacó el papel del arzobispo en la promoción de instituciones educativas tales como el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, y le acredita con haber traído la primera imprenta al hemisferio occidental.
Particularmente objetó las acusaciones (hechas por fray Servando Teresa de MierCarlos María de Bustamante, y William H. Prescott) de que Zumárraga tomó parte en la destrucción de códices aztecas, argumentando no sólo que la mayor parte de dicha destrucción había ocurrido antes de la llegada de Zumárraga, sino que ningún cronista español menciona quema de libros, y que la única quema mencionada por Fernando de Alva Ixtlilxóchitl fue cometida por los tlaxcaltecas en 1520.
En esta biografía también aprovechó la ocasión para criticar la hipocresía que veía en los legisladores liberales quienes mientras atacaban al arzobispo argumentando crueldad hacia los indígenas, eliminaban las leyes que restringían el tráfico fuera del país de antiguas obras de arte indígena y otras expresiones de la cultura prehispánica.
GarciaIcazbalceta.jpgEl libro sirvió para restaurar la credibilidad de la orden franciscana como fundadora de la sociedad mexicana en la conciencia de la nación, pero levantó otros cuestionamientos: mucha gente se incomodó ante la falta de toda mención sobre la aparición de la Virgen María bajo la imagen de “Nuestra Señora de Guadalupe” o de la construcción de una capilla en su honor por parte de Zumárraga. De hecho, García Icazbalceta había escrito un capítulo sobre el tema, pero decidió finalmente no incluirlo a petición de Francisco Paula de Verea, obispo de Puebla. En este capítulo revelaba que no había encontrado ningún documento contemporáneo que hiciera referencia a la aparición, y que pudo identificar a la Imagen de la Virgen de Miguel Sánchez de 1648 como la primera imagen de la guadalupana.
A pesar de su prestigio como historiador preeminente de México, y de su conservadurismo político y devoto catolicismo, partidarios de las apariciones atacaron su reputación. Así, en respuesta a una demanda hecha por el arzobispo de MéxicoPelagio Antonio de Labastida, escribió un detallado relato titulado: "lo que la historia nos dice sobre la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe a Juan Diego". Hoy en día, a ese escrito se le conoce como "la Carta Antiaparicionista", y fue escrita por Icazbalceta como un escrito privado al arzobispo de México. El documento se filtró al público y ha sido publicado en diversas ocasiones.
En dicha carta detalló todos los problemas históricos que tenía la leyenda de la aparición. Entre estos se encontraba el silencio de los documentos históricos sobre el fenómeno en cuestión, particularmente la falta de toda mención por parte del mismísimo Zumárraga, la falta de mención sobre la aparición en todos los documentos nahuas mencionados por los historiadores, la imposibilidad del brote de las flores en el mes de diciembre (aspecto importante de la narrativa, si bien en la narración, dicha imposibilidad sería precisamente el milagro-prueba pedido por el obispo Zumárraga), y la improbabilidad de que “Guadalupe” fuera un nombre náhuatl. Citó además inconsistencias en los estudios hechos por Miguel Cabrera y José Ignacio Bartolache sobre el icóno, como razones para dudar sobre la historicidad de la aparición. Diversos autores y estudiosos respondieron a Icazbalceta, podemos mencionar a Fortino Hipólito Vera, obispo de Cuernavaca, Agustín de la Rosa, historiador, Primo Feliciano Velázquez, historiador y experto en náhuatl, etc.ç

Fuente: Wikipedia

lunes, 30 de julio de 2012

Miguel Hidalgo

(Miguel Hidalgo y Costilla; San Diego Corralejo, Guanajuato, 1753 - Chihuahua, 1811) Patriota mexicano conocido también con el sobrenombre de El cura Hidalgo. Considerado como el padre de la patria mexicana, fue el iniciador de la lucha por la independencia.

Hijo segundo de don Cristóbal Hidalgo y Costilla, administrador de la hacienda de San Diego Corralejo, y de doña Ana María Gallaga Mandarte, tuvo tres hermanos. A los 12 años marchó a la ciudad mexicana de Valladolid (actual Morelia), donde realizó sus estudios en el Colegio de San Nicolás. Ya bachiller en 1770, marchó a al ciudad de México para cursar estudios superiores.

En 1773 se graduó como bachiller en filosofía y teología, y obtuvo por oposición una cátedra en el mismo Colegio de San Nicolás. Durante los años siguientes realizó una brillante carrera académica que culminó en 1790, cuando fue nombrado rector del Colegio de San Nicolás. En 1778 fue ordenado sacerdote; al recibir las órdenes sagradas ocupó varias parroquias, hasta que a la muerte de su hermano Joaquín, en 1803, lo sustituyó como cura de Dolores, en Guanajuato.

Hombre muy culto y profundo conocedor de las ideas de la Ilustración, las puso en práctica entre sus feligreses, en su mayoría indígenas, en el intento de mejorar sus condiciones económicas y de vida. Para ello les enseñó a cultivar viñedos, criar abejas y dirigir pequeñas industrias, lo que le valió el apoyo incondicional de sus feligreses.

En 1808, la invasión a España por las tropas napoleónicas y la consiguiente deposición de su monarca Carlos IV, y de su hijo Fernando VII, generaron gran oposición tanto en España como en América. Surgieron entonces numerosos grupos de intelectuales que discutían en torno a los problemas de la soberanía y la forma de gobernarse. En 1809 Hidalgo se unió a una de esas sociedades secretas, formada en Valladolid, cuyo fin era reunir un congreso para gobernar el Virreinato de Nueva España en nombre del rey Fernando VII, que en ese momento se encontraba preso de Napoleón, y en último caso lograr la independencia.

Los conjurados planeaban levantarse en armas contra el virrey de Nueva España el primero de octubre de 1810, pero fueron descubiertos a mediados de septiembre. Hidalgo y algunos otros conspiradores lograron ponerse a salvo gracias al aviso de Josefa Ortiz de Domínguez y se trasladaron a Querétaro, donde Hidalgo se reunió con Ignacio Allende.

El 16 de septiembre de 1810, Hidalgo enarboló un estandarte con la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de México, en el que se podía leer: "Viva la religión. Viva nuestra madre Santísima de Guadalupe. Viva Fernando VII. Viva la América y muera el mal gobierno". Hidalgo lanzaba así el llamado Grito de Dolores, que supuso el inicio de la revuelta; junto con Allende, consiguió reunir un ejército formado por más de 40.000 miembros.


Miguel Hidalgo en una pintura mural de Juan O'Gorman

El 21 de septiembre, el ejército de Hidalgo y Allende capturó Celaya, por lo que Hidalgo fue nombrado capitán general del Ejército Libertador e Ignacio Allende fue ascendido a teniente general. El obispo electo de Michoacán publicó un edicto el 24 de septiembre en el que eran excomulgados Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo. Seguidamente tomó las ciudades de Salamanca, Irapuato y Silao, hasta llegar a Guanajuato.

El 17 de noviembre Hidalgo se encaminó hacia Valladolid con siete mil hombres de caballería y doscientos cuarenta infantes, todos mal armados, entrando el 26 en Guadalajara, pero no logró llegar a la ciudad de México. En Guadalajara, Hidalgo expidió una declaración de independencia y formó un gobierno provisional; además decretó la abolición de la esclavitud, la supresión de los tributos pagados por los indígenas a la Corona y la restitución de las tierras usurpadas por las haciendas. A finales de año había perdido ya Guanajuato y Valladolid.

El 11 de enero de 1811 fue derrotado cerca de Guadalajara por un contingente de soldados realistas. Hidalgo huyó hacia Aguascalientes y Zacatecas, con la intención de llegar a Estados Unidos para buscar apoyos a su causa, pero fue traicionado por Ignacio Elizondo y capturado en las Norias de Acatita de Baján el 21 de mayo de 1811. Conducido a Chihuahua, Hidalgo fue juzgado en consejo de guerra y condenado a muerte. Lo degradaron como sacerdote y lo fusilaron en la mañana del 30 de julio de 1811. Su cabeza, junto con la de Allende y otros insurgentes, se exhibió como castigo en la alhóndiga de Granaditas de Guanajuato.

El gobierno virreinal estaba convencido de que con la muerte de los caudillos, fusilados en Chihuahua, acabaría el movimiento insurgente, pero no fue así; con la ayuda del pueblo, Ignacio López Rayón, lugarteniente de Hidalgo, retomó la lucha desde su refugio en Saltillo, al tiempo que en el sur del virreinato se había producido la sublevación de José María Morelos, seguidor de las ideas de Hidalgo. En 1821, el levantamiento obtuvo sus frutos y México logró su independencia de España.

Tras el establecimiento de la República Mexicana, en 1824, Hidalgo fue reconocido como primer insurgente y padre de la patria. El estado de Hidalgo lleva su nombre y la ciudad de Dolores pasó a llamarse Dolores Hidalgo en su honor. El 16 de septiembre, día en que proclamó su rebelión, se celebra en México el Día de la Independencia. Sus restos reposan en la Columna de la Independencia, en la ciudad de México.

jueves, 19 de julio de 2012

AGUSTÍN DE ITURBIDE


Iturbide en un cuadro pintado bajo el mandato de Maximiliano de Habsburgo /

Agustín de Iturbide nació en Valladolid (hoy Morelia) en 1783; murió en Padilla, Tamaulipas, en 1824. Fue el hijo criollo de un inmigrante vasco de ancestros nobles y de una dama michoacana. A los 17 años ingresó al regimiento de infantería provincial de su ciudad y a los 22 casó con Ana María de Huarte.Como la mayoría de los caudillos de la Independencia, sirvió primero al gobierno real español como oficial del ejército, adquiriendo notoriedad por la persecución de los primeros rebeldes entre 1810 y 1816. En 1813 el virrey Félix María Calleja lo ascendió a coronel y le dio el mando del regimiento de Celaya, para después darle el control militar supremo de la intendencia de Guanajuato, uno de los principales escenarios de la rebelión.
Ejerciendo esa responsabilidad, Agustín de Iturbide, puso en práctica el programa realista de la contra- insurgencia, siendo muy criticado por su arbitrariedad y por su trato a civiles, incluyendo la detención de madres, esposas e hijos de rebeldes conocidos, además de haber fusilado sin escrúpulos a quien se supone se lo merecía, según era costumbre entre ambos bandos. Sostuvo frecuentemente a su tropa con sus propios recursos; logró despertar la iniciativa privada para la defensa de las localidades en campañas locales y foráneas; se preocupó para la educación y valorización de las hazañas de sus soldados.
En 1816 fue retirado del Bajío después de que el virrey le ordenara responder a varios cargos que incluían el uso del mando para crear monopolios comerciales, saquear propiedad privada y malversar fondos, las quejas, sin embargo, provenían de simpatizantes de la insurgencia. Al año siguiente fueron retirados los cargos.
Absuelto, Iturbide hubiera podido regresar al mando del ejército con provisiones para el norte pero resentido lo rechazó. A fines de 1820, el coronel realista Iturbide, de 37 años de edad, se volvió en contra del régimen al que había servido tan fielmente y proclamó una nueva rebelión. Plasmó su programa en el llamado Plan de Iguala el 14 de febrero de 1821 en la población del mismo nombre.
El virrey rechazó el Plan y puso a Iturbide fuera de la ley, pero la mayoría de las guarniciones y de las ciudades le manifestaron su adhesión. El victorioso Ejército Trigarante avanzó sobre la capital con mayor número de adeptos cada día; el virrey O'Donojú celebró con Iturbide el Tratado de Córdoba, el 24 de agosto, mediante el cual legalizó el Plan de Iguala, puso fin a la guerra y consumó la Independencia. Iturbide entró triunfalmente en la capital el 27 de septiembre de 1821.
Iturbide presidió la Junta Provisional Gubernativa, que tenía que cumplir con el Tratado y el Plan, base del gobierno del naciente Estado mexicano. El partido iturbidista era el más numeroso pero carecía de organización; los partidos opositores -borbonistas, progresistas y republicanos- contaban, en cambio, con la fuerza de las logias masónicas.
Al desconocer España el Tratado de Córdoba, Agustín de Iturbide advirtió a los gobiernos europeos que el reconocimiento de la independencia de cualquiera de las colonias hispanoamericanas se consideraría una violación a los tratados existentes. Iturbide, entonces, empezó a preparar su ascenso al poder.
Cuenta la historia que la noche del 18 de mayo de 1822 una multitud dirigida por un contingente del antiguo regimiento de Celaya marchó a través de las calles de la capital hasta la residencia de Iturbide y demandó que su comandante en jefe aceptara ser la cabeza del imperio mexicano.
La coronación de Iturbide como emperador y de su esposa Ana María como emperatriz tuvo lugar entre gran pompa y circunstancia el 21 de julio 1822 con los obispos de Puebla, Durango y Oaxaca presentes en la ceremonia.
Derrotado por la revolución de Casa Mata, encabezada por Santa Anna y las logias masónicas, abdicó el 19 de marzo de 1823 y abandonó el país después de reinstalar el Congreso.
A principios de julio de 1824, acompañado por su esposa y sus dos hijos menores volvió del destierro, que el consideraba "voluntario" llegando al puerto de Soto la Marina en la costa de Nuevo Santander, hoy estado deTamaulipas. El ex emperador y su familia fueron escoltados por el comandante Felipe de la Garza, hasta el pueblo cercano de Padilla. Iturbide ignoraba que había un decreto en su contra que lo declaraba “traidor y fuera de la ley” y una sentencia de ejecución pendiente.
El 19 de julio, el presidente de la legislatura de Tamaulipas, un cura, le administró los últimos sacramentos a Iturbide, le confesó tres veces sus pecados y dijo sus últimas palabras: "¡Mexicanos! Muero con honor, no como traidor; no quedará a mis hijos y su posteridad esta mancha, no soy traidor, no".
Tres balas alcanzaron a Agustín de Iturbide: una en la parte izquierda de la frente; la que lo mató, otra en el costado izquierdo entre la tercera y cuarta costilla y otra que se alojó junto a su nariz en el lado derecho de su cara. El cuerpo fue enterrado en la iglesia parroquial de Padilla, que no tenía techo y estaba abandonada.