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domingo, 16 de septiembre de 2012

Todo sobre el GRITO 2012

El presidente Felipe Calderón llevó a cabo su último Grito de Independencia como presidente de México.
Ante la Plaza de la Constitución, que no se llenó completamente debido a la lluvia, el mandatario recordó el Grito que diera el cura Miguel Hidalgo y Costilla hace 202 años en la ciudad de Dolores, momento que se considera como el inicio de la lucha de Independencia de México.
Durante su Grito el mandatario lanzó vivas para Hidalgo, Aldama, Allende, Josefa Ortiz de Domínguez y los Hermanos Galeana, héroes de la Independencia.
“Mexicanos, vivan los héroes que nos dieron patria, ¡Viva Hidalgo! ¡Viva Morelos! ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez! ¡Viva Allende! ¡Viva Galeana y los Bravo! ¡Vivan Aldama y Matamoros! ¡Viva la independencia nacional! ¡Viva México!¡Viva México! ¡Viva México”,  declamó el mandatario.
En la plancha del Zócalo, algunos de los asistentes gritaron “fraude” justo debajo del balcón del Palacio Nacional.
Después de la ceremonia, los fuegos artificiales iluminaron la plancha del Zócalo capitalino.
La fuerte lluvia registrada en el Centro Histórico provocó que los asistentes se dispersaran después de la ceremonia.

Aquí el vídeo oficial televisado donde se omiten los gritos de fondo





Aquí, la realidad que se vivió en el Zócalo




Fuente: CNN

viernes, 7 de septiembre de 2012

Josefa Ortiz de Dominguez


(Valladolid, hoy Morelia, México, 1768 - Ciudad de México, 1829) Patriota mexicana y heroína de la independencia de México, conocida también por el apodo de la Corregidora de Querétaro.

Nacida en el seno de una familia de españoles de clase media, Josefa Ortiz de Domínguez fue bautizada el 16 de septiembre de 1768 con los nombres de María de la Natividad Josefa. Su padre, Juan José Ortiz, fue capitán del regimiento de los morados y murió en acción de guerra, cuando ésta contaba con pocos años de edad. Tras la muerte de su madre, María Manuela Girón, se hizo cargo de su educación su hermana María, la cual solicitó su ingreso en el Colegio de San Ignacio de Loyola.

Durante los años que permaneció en el colegio aprendió a leer, escribir y nociones básicas de matemáticas, además de lo que se consideraba en la época que debía aprender una señorita de su clase social, de este modo aprendió a bordar, coser y cocinar.


Josefa Ortiz de Domínguez

En el año 1791 contrajo matrimonio con el Miguel Domínguez, el cual en aquellos años trabajó en la secretaria de la Real Hacienda y en la oficialía del virreinato de Nueva España. Gracias a sus buenas relaciones con el virrey Félix Berenguer de Marquina, Miguel Domínguez, fue nombrado Corregidor de Querétaro en el año 1802. Durante estos primeros años de matrimonio, Josefa por su parte se hizo cargo de las labores domesticas y de la crianza y educación de los dos hijos de su esposo, puesto que Miguel era viudo cuando contrajeron matrimonio. Todo parece indicar que la pareja fue feliz y durante los años que permanecieron casados tuvieron doce hijos.

Además de estas labores domésticas, Josefa Ortiz de Domínguez se mostró muy identificada con los problemas de la clase social de los criollos, a la cual pertenecía por ser descendiente de españoles; ya que a pesar de las reformas realizadas tras la llegada de los Borbones a España (1700), se perpetuó la tradición de que fueran españoles, nacidos en la península, los que ocuparan los altos cargos de la administración virreinal y del ejército, relegando así a los criollos a los puestos secundarios.

Josefa defendió sus intereses de clase y también se hizo eco de las reivindicaciones de indios mexicanos, los cuales vivían en condiciones lamentables. Por este motivo durante toda su vida, intentó que se reconocieran los derechos de los indígenas y además aprovechó su posición, como mujer del corregidor, para llevar a cabo numerosas obras de caridad.

En 1808 se produjo la invasión napoleónica de España, la cual tuvo como consecuencia el inicio de la guerra de la Independencia y la formación de las juntas de gobierno, ante la ausencia de Fernando VII. Las noticias llegadas de España en 1808 parece que iniciaron el movimiento independentista de México, ya que tras las primeras muestras de apoyo al rey comenzó a fraguarse en algunas mentes la idea de separarse totalmente de España.

Tras un intento fallido del virrey para formar una junta de gobierno independiente se produjeron las primeras conspiraciones destinadas a acabar con el orden establecido. Miguel Domínguez, como corregidor, apoyó al virrey en su decisión de formar una Junta de gobierno, pero ante la imposibilidad de llevar estos planes a la práctica, se hizo partidario de los ideales independentistas, parece que a instancias de su mujer, que se convirtió en una firme colaboradora del movimiento.

Así, tras los primeros momentos de confusión, cada vez se hizo más claro para muchos, la necesidad de construir en México un Estado en el que imperaran los valores democráticos. Esto influyó notablemente en el matrimonio Domínguez, que abrió su casa a unas hipotéticas reuniones literarias, aunque en realidad se mantenían reuniones de carácter político, con posterioridad en ellas se tomarían decisiones para iniciar el movimiento revolucionario en la zona, bautizado tiempo después como la conspiración de Querétaro.

A estas reuniones políticas en casa de los corregidores, acudieron algunos de los más famosos revolucionarios de los primeros momentos de la independencia mexicana, como es el caso de los capitanes Arias, Aldama e Ignacio Allende, el cual parece que fue pretendiente de una de las hijas de Josefa.

El 13 de septiembre de 1810 se informó al juez eclesiástico Rafael Gil de León, que se estaba preparando una conspiración en Querétaro para proclamar la independencia de México, puesto que se estaban almacenando armas en las casas de los simpatizantes del movimiento revolucionario. Rápidamente dicho juez informó al corregidor Domínguez para que interviniera en el asunto.

Miguel Domínguez, aunque no participó de forma activa en las reuniones que se mantenían en su casa, conocía perfectamente a los implicados en la conspiración, pero fingiendo ignorar la situación, comenzó a realizar los registros que el juez le ordenaba. Tras informar a su esposa de que la conjura había sido descubierta por las autoridades españolas, decidió encerrarla en su habitación para evitar que informara a los implicados, en un intento de salvar a su familia y a él mismo de posibles represalias, puesto que eran conocidas tanto sus inclinaciones políticas como las de su mujer. Pero Josefa decidió intervenir y avisar a los revolucionarios. De este modo elaboró una nota con letras impresas sacadas de periódicos; para evitar que se reconociera su propia caligrafía; y decidió enviársela al capitán Allende a través del alcaide Ignacio Pérez, el cual cabalgó en busca del capitán y al no encontrarle en San Miguel el Grande, entregó la misiva al padre Miguel Hidalgo.

Tras esta notificación de Josefa, el padre Hidalgo decidió adelantar el levantamiento a la madrugada del 16 de septiembre de 1810. En un principio, dicho levantamiento estaba previsto que se iniciara el 1 de octubre de ese mismo año. Miguel Hidalgo aprovechando su posición como párroco de Dolores, convocó a sus feligreses y les instó a luchar por conseguir un gobierno más justo y logró su propósito, puesto que la mayoría de los convocados eran indios, los cuales se encontraban en una situación precaria debido a las malas condiciones de vida y a las tremendas desigualdades que imperaban en la vida del virreinato.

Gracias al aviso de la Corregidora, como se la apodaría popularmente en la época, muchos conspiradores pudieron escapar antes de ser detenidos por las autoridades virreinales. Pero Josefa no salió bien parada de su arriesgada acción. El 14 de septiembre, tras recibir noticias de Hidalgo, mandó una carta al capitán Arias, para que se preparara para la lucha, pero éste la delató y tanto su marido como ella fueron detenidos el mismo día que se produjo el grito de Dolores.

Tras su detención, Josefa Ortiz de Domínguez fue conducida al convento de Santa Clara y su marido al de Santa Cruz, ambos situados en la ciudad de Querétaro. Miguel fue juzgado y destituido, pero fue liberado gracias a la intervención popular, puesto que durante los años que ejerció como corregidor había demostrado su apoyo a las clases más desfavorecidas, ya que con anterioridad, se había mostrado contrario a aplicar la medida propuesta por virrey, para sanear la economía y recaudar fondos, de poner en venta los bienes de las obras pías, instituciones benéficas que arrendaban tierras a bajo precio.

Josefa, por su parte, fue trasladada a México D.F., en el año 1814 y fue recluida en esta ocasión en el convento de Santa Teresa. Tras celebrarse su juicio, fue declarada culpable de traición, a pesar de los intentos de su marido, que ejerció de abogado defensor. Los últimos años de cautiverio los pasó en el convento de Santa Catalina de Sena, considerado más estricto que los anteriores. La situación de la numerosa familia Domínguez fue precaria durante estos años, puesto que Miguel, gravemente enfermo, apenas si podía ver a su esposa y no disponía de ingresos para mantener a sus hijos. El virrey Juan Ruiz de Apodaca, se hizo cargo de la situación y reconoció a Miguel Domínguez el derecho a percibir un sueldo por los servicios prestados y liberó a Josefa en junio de 1817.

Tras la proclamación de la Independencia, el 18 de mayo de 1822 Agustín Iturbide se proclamó emperador de México y ofreció a Josefa un puesto en su corte, para que fuera dama de honor de su esposa, Ana Duarte de Iturbide. Para Josefa esto fue del todo intolerable y renunció a ocupar el mencionado puesto, ya que pensaba que la constitución de un Imperio, era totalmente contraria a los ideales por los que se había luchado durante la guerra.

En los últimos años de su vida Josefa Ortiz de Domínguez estuvo relacionada con los grupos liberales de carácter radical. En todo momento se negó a recibir cualquier recompensa, por el apoyo inestimable que había prestado a la consecución de la Independencia, ya que opinaba que no había hecho más que cumplir con su deber de buena patriota.

Falleció en México D.F., el 2 de marzo de 1829, a la edad de sesenta y un años. Sus restos fueron enterrados en el convento de Santa Catalina, aunque algún tiempo después fueron trasladados a Querétaro, donde reposan junto con los de su marido, en el Panteón de queretanos ilustres, en un mausoleo construido en su honor en 1847 en el antiguo huerto del convento de la Cruz.

jueves, 23 de agosto de 2012

Leona Vicario


(Leona Vicario Fernández de San Salvador; ciudad de México, 1789 - 1842) Heroína de la independencia mexicana. Esposa del escritor y político Andrés Quintana Roo, apoyó con todos los medios a su alcance la causa de la independencia, exponiéndose a multitud de riesgos y penurias.

Hija del comerciante español Gaspar Martín Vicario, natural de Ampudia (Palencia) y de la criolla Camila Fernández de San Salvador y Montiel, recibió los nombres de María de la Soledad, Leona y Camila. Quedó huérfana y permaneció desde muy pequeña bajo la custodia de su tío, el doctor en leyes y respetable abogado Agustín Pomposo Fernández de San Salvador. Gracias a la posición familiar y a los bienes heredados de sus padres, que quedaron bajo la cuidadosa administración de Agustín Pomposo, Leona adquirió una esmerada educación; cultivó las ciencias, las bellas artes, la pintura, el canto y la literatura.

Leona Vicario


Agustín Pomposo se había dado a conocer siendo muy joven al redactar una oda titulada Sentimientos de la Nueva España por la muerte de su virrey D. Antonio María Bucareli, y posteriormente, en 1787, con unos versos titulados La América llorando por la temprana muerte de D. Bernardo de Gálvez, demostró una sentida y profunda inclinación por la monarquía y sus representantes. La invasión napoleónica y los reveses de la realeza, que desataron la Guerra de la Independencia española, pusieron a prueba su talento poético hasta que tuvo que enfrentarse con los que consideraba "desgraciados" intentos de levantamiento y rebelión por parte del cura Miguel Hidalgo. En esa ocasión escribió una Memoria Cristiano-Política sobre lo mucho que la Nueva España debe temer de su desunión (1810).

De acuerdo con sus biógrafos, Leona creció en virtud y sabiduría, pero dotada de un espíritu rebelde y libre que no admitía ninguna tutela que impidiese su desarrollo, en un clima de apertura a todas las novedades, tanto en lo que se refería a sus lecturas como a sus amistades y actividad social. En el bufete de su tío y tutor trabajaba como pasante en leyes Andrés Quintana Roo, recién llegado de Yucatán, de quien se enamoró y con quien colaboró, llena de entusiasmo, en favor de la protesta criolla por los acontecimientos que se sucedieron en Nueva España a partir de 1808. Entre otras actividades, desde 1810 actuó como mensajera de los insurgentes, dio cobijo a fugitivos, envió dinero y medicinas y colaboró con los rebeldes, transmitiéndoles recursos, noticias e información de cuantas novedades ocurrían en la corte virreinal.

Ferviente proselitista de la causa insurgente, a finales de 1812 había convencido a unos armeros vizcaínos para que se pasaran a su bando, trasladándose a Tlalpujahua (localidad en la que estaba instalado el campamento de Ignacio López Rayón), donde se dedicaron a fabricar unos fusiles "tan perfectos como los de la Torre de Londres", según Carlos María Bustamante. Poco después, las autoridades interceptaron a uno de sus correos, el cual la delató, por lo que fue vigilada y seguida cada vez más de cerca.

Finalmente, en marzo de 1813, la Real Junta de Seguridad y Buen Orden (creada al producirse el levantamiento de Dolores) decidió intervenir y le instruyó un larguísimo proceso en el que fueron apareciendo las piezas y documentos que la inculparon gravemente, entre otros los relativos a sus intentos de huida para pasarse al campo de los rebeldes. Para escándalo de su tutor, se la internó en el Colegio de Belén de las Mochas; allí fue sometida a interrogatorio y se presentaron las pruebas y diligencias judiciales que figuran en las Actas reproducidas por su biógrafo Genaro García. Según este historiador, "su simple lectura convence del valor y nobleza excepcionales de Leona, cuya actitud parece muy superior a la de tantos insurgentes que se hallaron en parecidas circunstancias".

Declarada culpable, en lugar de enviarla a la cárcel de corte se la mantuvo presa en el mismo Colegio de Belén, hasta que el 23 de abril de ese año la liberó un grupo de caballeros bajo el mando de Andrés Quintana Roo, quien la mantuvo oculta por unos días y forzó más tarde su salida de la capital, simulando ser arrieros que conducían un atajo de burros cargados con cueros de pulque. Leona, con la cara y los brazos pintados de negro, y unas cuantas mujeres, vestidas también de negro, marchaban sentadas sobre unos huacales. Los cueros y las hortalizas, al parecer, iban cargados de tinta de imprenta, además de letras y moldes de madera para la confección del periódico de los rebeldes. Empeñada en seguir colaborando con la insurgencia, huyó de la capital con destino al campamento de Tlalpujahua.


A partir de entonces su vida coincidió con la del intelectual y político yucateco, siempre al servicio de la insurgencia y del Congreso Insurgente. En la ciudad de Oaxaca, recién liberada por José María Morelos, se encontró con el resto de sus amigos, entre ellos Carlos María de Bustamante, quien escribió a Morelos contándole las aventuras de la joven. Se conocen las cartas que el líder insurgente envió a Leona desde Chilpancingo; preocupado por su situación, decidió recompensarla con una asignación económica en nombre del Supremo Congreso, más tarde ratificada y aprobada por el propio Congreso, el 22 de diciembre de 1813.

Siguiendo al Congreso que, forzado por la persecución de los realistas, peregrinó de una población a otra a lo largo de 1814 y gran parte de 1815, se mantuvo Leona acompañando a su marido, éste en condición de diputado y enseguida vicepresidente y presidente en funciones de la asamblea popular, mientras se elegía generalísimo a Morelos, se proclamaba la Independencia de la América mexicana y se daba a conocer en Apatzingán el texto completo de la Constitución de México. Leona siguió colaborando y trabajó en la confección de los periódicos que se publicaban gracias al impulso de Quintana Roo: El Ilustrador Americano y el Semanario Patriótico Americano.

Finalmente, capturado y muerto José María Morelos y disuelto el Congreso por las propias facciones insurgentes enfrentadas, Leona y su marido se escondieron en la zona de Michoacán, rechazando los repetidos indultos que les llegaban desde la capital, donde su tío Agustín Pomposo seguía con pesadumbre y resignación las peripecias de su sobrina, tratando de influir primero en el ánimo del general Calleja y más tarde en el virrey Ruiz de Apodaca.

Delatados en 1817, Leona fue capturada en una cueva, junto a Achipixtla, cuando acababa de dar a luz su primera hija, a la que pusieron por nombre Genoveva, en ónrecuerdo de la de Brabante. En esta ocasión, la petición de clemencia en favor de su esposa formulada por Quintana Roo, que prometió entregarse, fue aceptada por el virrey. De este modo se acogieron a su indulto y fueron confinados en la ciudad de Toluca, donde permanecieron en completo retiro hasta 1820.

En julio de este año se celebró en Toluca el feliz acontecimiento de la jura de la Constitución de Cádiz, con cuyo motivo escribió Leona Vicario un poema titulado La libertad y la tiranía. En agosto de este mismo año regresaron a la ciudad de México y, consumada la independencia y en compensación por la pérdida de sus bienes familiares, el Congreso de la República concedió a Leona Vicario, en la sesión celebrada el 8 de agosto de 1823 y como respuesta a la representación elevada por ella misma, una liquidación en metálico y una hacienda de labor, pulque y ganado llamada Ocotepec, en los llanos de Apam, además de tres casas en la ciudad de México.

En 1827 el Congreso del Estado de Coahuila y Texas acordó que la villa de Saltillo se denominase en adelante Leona Vicario, constando en el expediente de concesión la respuesta agradecida de "la mujer fuerte de la Independencia" como ya era por entonces conocida. Más tarde, con una segunda hija a la que llamaron Dolores, en recuerdo de la villa en la que Hidalgo proclamó la rebelión de 1810, siguió las vicisitudes políticas, periodísticas y poéticas de su esposo, a quien defendió y por quien peleó cuando el presidente Anastasio Bustamante decidió su persecución y condena como represalia por las campañas de prensa que se difundían desde El Federalista, editado gracias a los recursos de Leona.

Fue muy comentado el incidente ocurrido en febrero de 1831, cuando algunos policías secretos visitaron su casa, en busca de complicidades y como maniobra de intimidación, lo que le motivó a solicitar una entrevista con Bustamante y a enviar unas cartas de protesta ante El Sol, el periódico oficial. A estas protestas contestó El Sol pocos días después: "En prueba de imparcialidad insertamos hoy una carta que nos ha dirigido la señorita (sic) doña Leona Vicario, esposa de don Andrés Quintana Roo, a la cual dio cosquillas una visita hecha por dos jefes de cuya educación y sentimientos no es creíble fueran a la casa de dicha señora a cometer faltas y mucho menos crímenes…"

Pocos días después El Federalista publicó una larga relación de lo sucedido suscrita por la esposa ofendida. Ello dio lugar a una larga polémica de prensa en la que intervinieron El Sol, El Registro Oficial y el propio Secretario de Relaciones, Lucas Alamán, líder indiscutible del partido en el poder, a quien Quintana Roo acusaba de "querer ultrajar un nombre respetable".

La carta firmada por Leona y dirigida a Alamán, fechada el 2 de abril, está llena de hermosos conceptos de elevado patriotismo: "Mi objeto en querer desmentir la impostura de que mi patriotismo tuvo por origen el amor, no es otro que el muy justo deseo de que mi memoria no pase a mis nietos con la fea nota de haber yo sido una atronada que abandoné mi casa por seguir a un amante… Todo México supo que mi fuga fue de una prisión y que ésta no la originó el amor, sino el haberme apresado a un correo que mandaba yo a los antiguos patriotas… Confiese usted, señor Alamán, que no sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres: que ellas son capaces de todos los entusiasmos y que los deseos de gloria y libertad para la patria no les son unos sentimientos extraños; antes bien suelen obrar en ellas con más vigor. Son más desinteresados y parece que no buscan más recompensa que la de que sean aceptados."

En 1833 Quintana Roo fue nombrado Secretario de Justicia de un gobierno liberal, y aunque renunció meses después por disentir de las decisiones que tomaba el partido del general Santa Anna, desde 1835 y hasta el final de su vida permaneció como Magistrado de la Suprema Corte de Justicia. Pocos años después, el 21 de agosto de 1842, falleció Leona Vicario en la ciudad de México, rodeada de su esposo y de sus dos hijas. Hasta el final de su vida había seguido escribiendo y opinando, tanto en las páginas de El Federalista como en las tertulias literarias y políticas que había sabido impulsar y a las que asistió siempre lo más granado de la sociedad liberal. Reposó inicialmente, junto con los restos de Quintana Roo, en la Rotonda de los Hombres Ilustres, pero desde 1910 sus cenizas se encuentran depositadas en la cripta de la Columna de la Independencia, en el Paseo de la Reforma.

viernes, 17 de agosto de 2012

JOSÉ MARIANO JIMÉNEZ

José Mariano Jiménez

originario de San Luis Potosí. Estudió en el Colegio de Minería de la ciudad de México y se graduó como ingeniero de minas en 1804. Establecido en Guanajuato, se dedicó al ejercicio de su profesión, donde lo sorprendieron los acontecimientos de la independencia y se presentó a Hidalgo después de la toma de Granaditas. Obtuvo el grado de coronel.

      Más tarde fue ascendido a teniente general y mandó la vanguardia del Ejército Insurgente. Obligó a Trujillo a abandonar Atenco y posesionarse del Monte de las Cruces. Fue hasta Chapultepec como parlamentario a pedir la entrega de la capital, que rehusó el virrey Venegas.

      Participó en las acciones de armas del Monte de las Cruces, Aculco y en la defensa de Guanajuato. Ascendió a capitán general. Fue comisionado para extender la rebelión en las provincias internas de oriente, que dominó totalmente después de haber derrotado a Cordero en Aguanueva y a Ochoa en el puerto del Carnero, y volvió a reunirse con los primeros caudillos en Saltillo.

      Aprehendido en Baján, fue conducido a Chihuahua y fusilado junto con Allende, Aldama y Santa María.

Fuente: Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México
Cortesía de Editorial Porrúa Hermanos, S.A. de C.V.

lunes, 13 de agosto de 2012

MARIANO MATAMOROS


(Mariano Matamoros y Guridi; México, 1770 - Morelia, 1814) Sacerdote y patriota mexicano que luchó por la independencia a las órdenes de José María Morelos. Mariano Matamoros siguió estudios de bachiller en artes y teología y se ordenó presbítero en 1796. Ejerció como párroco en la capital virreinal y en Jantetelco (actual estado de Morelos); fue en esta ciudad donde, en 1811, se dictó contra él orden de búsqueda y captura como sospechoso de promover la causa independentista.


Mariano Matamoros


Tras lograr huir, en diciembre de 1811 se unió en Izúcar (actualmente Izúcar de Matamoros, en Puebla) a las tropas insurgentes lideradas por José María Morelos. El propio Morelos lo nombró coronel un mes después. Al mando de sus tropas, Matamoros conquistó en febrero de 1812 la ciudad de Cuautla y la defendió del cerco realista.
En noviembre de 1812, ya como lugarteniente de Morelos, se distinguió en la toma de Oaxaca y, en junio de 1813 Morelos lo ascendió a general. Matamoros derrotó en Tonalá y en San Agustín del Palmar a las tropas realistas. El 23 de diciembre de 1813 atacó la ciudad de Valladolid (actual Morelia), pero se vio obligado a retirar a sus hombres.
Perseguido por los soldados de Ciriaco de Llano y Agustín de Iturbide (que era por entonces militar realista), fue capturado en Puruarán (Michoacán) el 5 de enero de 1814 y fusilado en Valladolid un mes después, a pesar de la oferta de Morelos de intercambiarlo por doscientos prisioneros realistas.